domingo, 20 de enero de 2013

Sueño de sol

 La luz de la mañana se colaba en su habitación a través del ventanal por el que se podían ver las flores del jardín. Era un dia nublado. Un dia más sin ver el sol. Pocas veces se mostraba y el color gris inundaba toda la ciudad.
Viento, frio, aceras cubiertas por las hojas que formaban un manto uniforme sin posibilidad de ver el asfalto. La imagen le sorprendió; no porque fuera única sino porque prácticamente era la imagen que dia tras dia ofrecía la ciudad. Frio descarado ante un sol tímido que parecía no salir nunca de casa, estuviera donde estuviera. Algunas mañanas le invadían las ganas de salir y preguntar por la dirección:
-“Perdone, ¿podría indicarme donde se encuentra la casa del sol?”. Estaba decidido a visitarla.
-“Vive lejos, muy lejos. Tan lejos que le será muy difícil llegar”, le respondían.
Y tan difícil que era imposible.
Calentó un poco de agua, sacó la caja del té del armario y se preparó una infusión mientras pensaba cómo diablos podría llegar al hogar del añorado sol.
-¿Por qué me abandonas?, pensaba mientras añadía una cucharada de azúcar al té.
Quizá mañana se decida a mostrarse, aunque las esperanzas se perdían por el camino. No le importaba cuánto tiempo tendría que caminar para llegar a la luz, al calor, para sentir esa agradable sensación que sólo el sol sabía producirle. Le había abandonado, sí, pero no se lo tendría en cuenta porque sabía que tarde o temprano tendría que prestar sus rayos a los árboles del parque, a las plantas de los jardines, acariciarlos suavemente.
En algunas ocasiones sólo obtenía una respuesta cuando preguntaba por él, cuando preguntaba si alguien le había visto.
-“From time to time”. Ésa era la respuesta que le daban todos aquellos a los que preguntaba.
Se acabó el té antes de que se enfriara mientras oía el viento colarse por el agujero de la chimenea. También le preguntó a él, al viento, si lo había visto, si había oído algo sobre él. Pero no le respondió y siguió soplando.
La noche empezaba a caer y sabía que sería otro día sin él. Tal vez mañana habría más suerte y el sol llamaría a su puerta. ¿Esperanza? Toda la del mundo, aunque ese día ya no había nada que hacer.
Decidió irse a la cama con Óscar Wilde y los deseos de “The Picture of Dorian Gray”. No tardó en cerrar los ojos. Sin darse cuenta, notó un calor intenso. Se dio media vuelta y ahí estaba, mirándole, sonriendo. Brillaba con tal intensidad que le cegaba, aunque lo sentía por todo su cuerpo. Unos segundos más tarde se levantó. Miró por la ventana y el cielo estaba cubierto de nubes.
Sí. Vió el sol, lo sintió, lo abrazó. Pero todo se desvaneció cuando abrió los ojos y despertó del sueño.

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